lunes, 30 de abril de 2018

Ciudades a pie


La asociación “ciudades que caminan” acaba de presentar el libro “ciudades pensadas para caminar” editado por Pons Seguridad Vial, que invita a la reflexión.

En un mundo fascinado por el big data, por el 5G, por el 3.0, por el vehículo conectado y por las ciudades inteligentes es sugestivo oír hablar de caminar o de los desplazamientos a pie por la ciudad.
En un mundo cada vez más complicado es sugestivo hablar de algo tan sencillo como ir a pie.

Promover los desplazamientos a pie por la ciudad tiene algo de rebelde. Fue un ministro de transportes de Ecuador el que sorprendió al auditorio diciendo que iba a hacer la revolución y cuando le preguntaron a qué se refería explicó que, defender al peatón que en su país es indio, cholo y pobre frente al automovilista que es rico era toda una revolución.

Es verdad que los desplazamientos a pie han sido los grandes olvidados en los debates sobre la movilidad y, probablemente, sea el modo más importante de desplazarse. Para darse cuenta de la importancia de caminar solo hace falta quedarse una semana sin poder hacerlo por alguna lesión o dolencia. Aquí descubriremos lo que realmente es importante.

En una época en que todos hablan de la contaminación, de que hay que prohibir el diésel, de las partículas, del No2, del CO o de que hay que tomar medidas para los diversos escenarios de contaminación, uno piensa en los desplazamientos a pie y la sostenibilidad.

En una época en que a los ciudadanos nos han hecho consumidores y hay que pagar para circular por las carreteras o para entrar en algunas iglesias o para ir al servicio en algunas estaciones de ferrocarril, uno piensa en los desplazamientos a pie y la economía.

En una época en que el sobrepeso es un problema social, que cuando vas al médico te prescribe caminar al menos treinta minutos al día o que el trabajo consiste en pasarse ocho horas sentado delante de una pantalla, uno piensa en los desplazamientos a pie y la salud.

En una época en que la brecha de las desigualdades sigue aumentando, uno piensa en los desplazamientos a pie que son igual para el rico que para el pobre.

Llegados a este punto y a la vista de que todo son ventajas parece lógico preguntarse porque no valoramos los desplazamientos a pie. Y la respuesta es que no hay negocio detrás. No hay grandes empresas dispuestas a gastar grandes cantidades un su promoción y no hay intereses económicos porque solo hacen falta unos zapatos. Este es el mundo en el que estamos.

Desde el punto de vista de la seguridad vial el peatón es muy generoso, no crea riesgo y no puede hacer daño a ninguno de los otros modos con los que comparte la vía pública mientras que todos le pueden hacer daño a él. Dicho de otra manera, puede ser atropellado por ciclistas, motoristas y automovilistas, pero él no puede atropellar a nadie.  Una cifra para recordar: 386 peatones perdieron la vida por atropello en al año 2016, es decir, algo más de uno cada día.

En la ciudad cada distancia tiene su modo de desplazamiento. Hasta 2,5 kms a pie, hasta 6 kms en bicicleta y por encima habrá que ir al transporte público. Todos los especialistas coinciden que el automóvil no parece razonable como forma habitual para desplazarse dentro de la ciudad porque mover 1.000 kg para desplazar a una persona es ineficiente y porque ocupa un espacio del que no disponemos. En cualquier caso, conviene no olvidar que todos los viajes empiezan y acaban a pie.

Estoy convencido de que después del “boom” de las bicicletas le tocará el turno a los desplazamientos a pie y que su puesta en valor será un potente motor de transformación de nuestras ciudades.

De momento la sociedad civil empieza a movilizarse y ya son varias las asociaciones de peatones que reivindican mejoras y exigen mayor atención a los ayuntamientos y esta es la condición previa indispensable para dar a los desplazamientos a pie la importancia que tienen y merecen.

Pere Navarro Olivella

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