La asociación “ciudades que
caminan” acaba de presentar el libro “ciudades pensadas para caminar” editado
por Pons Seguridad Vial, que invita a la reflexión.
En un mundo fascinado por el big
data, por el 5G, por el 3.0, por el vehículo conectado y por las ciudades
inteligentes es sugestivo oír hablar de caminar o de los desplazamientos a pie
por la ciudad.
En un mundo cada vez más
complicado es sugestivo hablar de algo tan sencillo como ir a pie.
Promover los desplazamientos a
pie por la ciudad tiene algo de rebelde. Fue un ministro de transportes de
Ecuador el que sorprendió al auditorio diciendo que iba a hacer la revolución y
cuando le preguntaron a qué se refería explicó que, defender al peatón que en
su país es indio, cholo y pobre frente al automovilista que es rico era toda
una revolución.
Es verdad que los desplazamientos
a pie han sido los grandes olvidados en los debates sobre la movilidad y,
probablemente, sea el modo más importante de desplazarse. Para darse cuenta de
la importancia de caminar solo hace falta quedarse una semana sin poder hacerlo
por alguna lesión o dolencia. Aquí descubriremos lo que realmente es
importante.
En una época en que todos hablan
de la contaminación, de que hay que prohibir el diésel, de las partículas, del
No2, del CO o de que hay que tomar medidas para los diversos escenarios de
contaminación, uno piensa en los desplazamientos a pie y la sostenibilidad.
En una época en que a los
ciudadanos nos han hecho consumidores y hay que pagar para circular por las
carreteras o para entrar en algunas iglesias o para ir al servicio en algunas
estaciones de ferrocarril, uno piensa en los desplazamientos a pie y la
economía.
En una época en que el sobrepeso
es un problema social, que cuando vas al médico te prescribe caminar al menos
treinta minutos al día o que el trabajo consiste en pasarse ocho horas sentado
delante de una pantalla, uno piensa en los desplazamientos a pie y la salud.
En una época en que la brecha de
las desigualdades sigue aumentando, uno piensa en los desplazamientos a pie que
son igual para el rico que para el pobre.
Llegados a este punto y a la
vista de que todo son ventajas parece lógico preguntarse porque no valoramos
los desplazamientos a pie. Y la respuesta es que no hay negocio detrás. No hay
grandes empresas dispuestas a gastar grandes cantidades un su promoción y no
hay intereses económicos porque solo hacen falta unos zapatos. Este es el mundo
en el que estamos.
Desde el punto de vista de la seguridad
vial el peatón es muy generoso, no crea riesgo y no puede hacer daño a ninguno
de los otros modos con los que comparte la vía pública mientras que todos le
pueden hacer daño a él. Dicho de otra manera, puede ser atropellado por
ciclistas, motoristas y automovilistas, pero él no puede atropellar a
nadie. Una cifra para recordar: 386
peatones perdieron la vida por atropello en al año 2016, es decir, algo más de
uno cada día.
En la ciudad cada distancia tiene
su modo de desplazamiento. Hasta 2,5 kms a pie, hasta 6 kms en bicicleta y por
encima habrá que ir al transporte público. Todos los especialistas coinciden
que el automóvil no parece razonable como forma habitual para desplazarse
dentro de la ciudad porque mover 1.000 kg para desplazar a una persona es
ineficiente y porque ocupa un espacio del que no disponemos. En cualquier caso,
conviene no olvidar que todos los viajes empiezan y acaban a pie.
Estoy convencido de que después
del “boom” de las bicicletas le tocará el turno a los desplazamientos a pie y
que su puesta en valor será un potente motor de transformación de nuestras
ciudades.
De momento la sociedad civil
empieza a movilizarse y ya son varias las asociaciones de peatones que
reivindican mejoras y exigen mayor atención a los ayuntamientos y esta es la
condición previa indispensable para dar a los desplazamientos a pie la
importancia que tienen y merecen.
Pere Navarro Olivella
No hay comentarios:
Publicar un comentario